Comentario de un relato vivido en 1982
Por Raúl Áriz
En éste preciso instante escucho a Mozart, su música me hace sentirme mejor, y a propósito de lo mismo quiero contarles una anécdota que viví hace 40 años atrás, como a finales del año 1982 o principios de 1983.
El asunto es que había pasado un tiempo desde que fui de la mano de mi querida madre a ver al primer médico psiquiatra después de vivir un infierno en vida durante dos años encerrado en mi pieza, mientras mi cerebro descontrolado por la enfermedad sin tratamiento me arrojaba los síntomas propios de la locura, previo, tal como lo digo, a haber llegado dos años antes por mis propios medios a Valparaíso desde otra ciudad del país en donde estudiaba en la universidad, en la cual estuve cuatro años.
En el último año estaba completamente trastornado sin que nadie me ayudara, abandonado a mi suerte, pero al final pude volver a mi casa, gracias a la ayuda de una mano generosa de una mujer que me conocía de antes y me ayudó con lo necesario, y a quién le dejé el corazón roto. Sólo al final, en un momento de un chispazo de lucidez, me di cuenta de lo que ella había sentido por mí, pero casi siempre en ese tiempo estaba yo en estado de locura.
Y bueno, después del diagnóstico médico del psiquiatra y del tratamiento terapéutico y farmacológico que me dio, pude con mucha dificultad volver a controlar y manejar la enfermedad en términos razonables. Y entonces, mucho tiempo después, me atreví con miedo a salir a caminar y recorrer la cuidad de Valparaíso, y un día decidí ir a recorrer la ciudad de Viña del Mar. Lo hice, tomé una micro y me bajé en el centro. Y en eso estaba cuando llego a una galería comercial parecida a las que hay ahora por todos lados, y me encuentro con una tienda de música y de artículos electrónicos, y para mi gran sorpresa veo en la vitrina del lugar, la venta de una caja de 100 CD-ROM con las principales obras musicales de Mozart. Y considerando que él escribió alrededor de 6oo composiciones, todas obras maestras, sin pensarlo dos veces y con el corazón latiendo a full, me atreví venciendo mi temor a preguntar, a entrar a la tienda.
Dentro de ella no había casi nadie, creo que estaban los dependientes conversando al fondo del recinto y ahí me quedé esperando que alguno me atendiera, pero pasó mucho rato y no venía nadie, y yo seguí esperando y no pasaba absolutamente nada. Y después de mucho rato de estar ahí, y como no me iba, uno de los funcionarios de la tienda me preguntó que quería, y yo muy nervioso le pregunto por la caja de los CD de música y cuánto era su valor, y me dijo vale $100.000, lo que para ese tiempo era mucho dinero. Entonces pensé como resolver la situación si no tenía un peso en los bolsillos, y se me ocurre preguntarle “¿Lo puedo pagar en cuotas?”, y el vendedor me queda mirando molesto, no me responde nada y se va al fondo de la tienda a proseguir su conversación con sus colegas.
Yo quedé perplejo, sin atinar, sintiéndome mal y culpable de haber dicho algo malo, hasta que me di media vuelta muy triste, abatido, con la cabeza gacha y los hombros y brazos caídos y me fui. Lo que hice finalmente fue regresar a mi hogar y no salir a ningún lugar por mucho tiempo intentando superar lo vivido en aquel entonces.
Hoy la tecnología ha avanzado y se ha desarrollado mucho, y además con el tiempo se creó la poderosa herramienta de internet que antes no existía, y por lo tanto hoy escucho a Mozart y los grandes maestros de la música de todos los tiempos a través de los canales de las plataformas YouTube, Spotify y las radios de la USM y Beethoven, que me brindan momentos de felicidad apreciando la belleza que tiene esta música siempre.